Este es un caso muy poco conocido por los aficionados e incluso por
los mismos investigadores y ufólogos. Una increíble descripción de un
caso Ovni, aunque sin usar ese término, que aún no había sido acuñado,
porque recién a partir de 1947, cuando Kenneth Arnold vio una formación
de discos volantes a los que bautizó “platos voladores” o ufos, ovnis en
español, se comenzó a usar este término distintivo en la prensa
mundial.
Estos misteriosos “globos ígneos” como fueron llamados en esa
ocasión, aparecieron en la localidad de Rojas, provincia de Buenos
Aires, y quemaron pastos y maderas de algunas casas.
Los detalles de
este enigmático y sorprendente caso fueron publicados por “La Gazeta de
Buenos Aires” el primer diario argentino fundado por Mariano Moreno en
1810, en el ejemplar que salió el sábado 26 de octubre de 1816, con lujo
de descripciones. Según muchos ufólogos e investigadores, se trató del
primer caso testimoniado de la presencia de Ovnis en territorio
argentino.
Ese día, los porteños que leyeron La Gazeta se estremecieron con dos noticias: una informaba sobre el pánico desatado en Europa ante el anuncio de la inminente llegada del fin del mundo (¡ya en esa época!). La apocalíptica información sobre el fin del mundo había sido recogida por el diario londinense “Morning Chronicle” y según este matutino, dicho pronóstico provenía de un sabio y filósofo de Italia, que inclusive daba instrucciones sobre el comportamiento que debían seguir las personas ante el inminente desenlace. Pero afortunadamente el cataclismo universal anunciado para el día 18 de julio de ese año, no se produjo.
Ese día, los porteños que leyeron La Gazeta se estremecieron con dos noticias: una informaba sobre el pánico desatado en Europa ante el anuncio de la inminente llegada del fin del mundo (¡ya en esa época!). La apocalíptica información sobre el fin del mundo había sido recogida por el diario londinense “Morning Chronicle” y según este matutino, dicho pronóstico provenía de un sabio y filósofo de Italia, que inclusive daba instrucciones sobre el comportamiento que debían seguir las personas ante el inminente desenlace. Pero afortunadamente el cataclismo universal anunciado para el día 18 de julio de ese año, no se produjo.
La noticia había llegado tarde a estas tierras, pero aún así, no dejó de sembrar el desasosiego y el temor entre los apacibles porteños de entonces. Más de una devota dama y algún que otro piadoso caballero, acudieron presurosos a los confesionarios para blanquear su conciencia y redimirse de sus pecados ante el posible fin del mundo.
En todas las iglesias la jerarquía eclesiástica debió salir a pedir a la feligresía que mantenga la calma ya que, decían que “no nos consta la llegada del Apocalipsis, son sólo rumores sin sentido.”
La otra noticia no era menos inquietante: daba
cuenta de un extraño fenómeno ocurrido en la localidad bonaerense de
Rojas, protagonizado por unos enigmáticos “globos ígneos” o llameantes,
que a su paso habían incendiado pastos, edificios y cercas. Este
episodio ocurrido en Rojas, preocupó hondamente no sólo a los porteños,
sino también a buena parte de la población bonaerense. La cosa no era
para menos, la crónica publicada por La Gazeta de Buenos Ayres, daba
cuenta de este misterioso y violento fenómeno aéreo, que se había
abatido en el Noroeste de la provincia de Buenos Aires, provocando tal
devastación que muchos infelices y aterrados vecinos creían que había
llegado el fin del mundo, huyendo despavoridos ante estos increíbles
sucesos.
Los sorprendentes hechos
El relato de aquel
extraordinario suceso, ocurrido en octubre de 1816, comienza
textualmente así:
“A las tres y media de la tarde se vio descender de la atmósfera, sin lluvia, un pedazo de nieve durísimo, que cayendo se dividió en cuatro pedazos al parecer, que se estrellaron estrepitosamente sobre el campo. Enseguida se distinguió hacia la parte Sur, una especie de torbellino acompañado por un temblor del ambiente y estas cosas tenían una similitud de globos ígneos. Eran como de fuego y muy brillantes.
Se atribuye a estos el haber quemado los pastos, las maderas de algunos edificios cercanos y las cercas de tuna con indicios evidentes de incendio. El extraño torbellino se dirigió sobre la mayor parte de la población y causó los más extraordinarios efectos.
Un edificio tan leve como una carreta, que estaba contigua, quedó ileso al mismo tiempo que otra carreta fue levantada por los aires, salvando los cercos que estaban distantes. También se vieron a muchos caballos y vacas trasladados por elevación a una distancia de unas cuatro cuadras del lugar donde se hallaban. Una mujer corpulenta fue sacada de su casa, también por elevación, y llevada en rumbo al Sur como a una distancia de dos cuadras, desde donde fue llevada también por los aires a unas trece cuadras hacia el Norte.
Todo esto en medio del caos y los gritos de mucha gente que miraba desesperada todo lo que ocurría, y muchos salían corriendo en varias direcciones pensando que había llegado el tan anunciado fin del mundo”.
Hasta aquí la crónica textual de lo
publicado por la Gazeta de Buenos Ayres ese 26 de octubre, cada uno, en
base al relato de los hechos, podrá sacar sus propias conclusiones del
incidente.
Reputados y conocidos ufólogos del país, sostienen que este
fue el primer caso registrado de la aparición de un Ovni en la República
Argentina, en tiempos que la palabra Ovni aún no existía.
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